martes, 12 de febrero de 2019

Distinciones clave del coaching: ¿sacrificio vs esfuerzo?



La situación

Me levanto por la mañana pensando en la importante reunión que tengo en 2 horas.

Mientras me visto pienso en todas las horas que he dedicado a prepararla, las discusiones que he tenido con mis proveedores para lograr que se comprometieran en sus plazos, en la tensión acumulada ante el ordenador que ahora bloquea mi nuca y me impide moverme con naturalidad...

Llega la hora de la presentación.

Estoy tenso y empiezo a hablar y, de repente, el Consejero Delegado me hace una pregunta que no me preparé... me pongo nervioso, siento que pierdo el control de la situación y le miro con desdén porque no entiendo para qué me hace esa pregunta... temo que piense que no sé, que no llego, que no tengo respuestas... le contesto corto y directo que no he acabado y que me deje terminar ... no puedo permitirme que arruine mi intervención... he dedicado muchas horas para crear mi obra... he sufrido mucho para que ahora alguien me interrumpa... y todo eso me lo digo a mi mismo...

Cuando consigo por fin acallar mi voz interior, vuelvo a mirar a mi audiencia... el Consejero Delegado ya no está... se ha ido... y con él casi la totalidad de los presentes al empezar la reunión... sólo estamos yo y mi ego... y me pregunto "¿para qué tanto sufrimiento?".


La distinción

A muchas personas les gusta tener el control de la situación o, mejor dicho, les gusta tener una cierta dosis de control de la situación para reducir el riesgo y alcanzar sus objetivos con mayor probabilidad. Se trata de un propósito legítimo aunque, por lo general, difícilmente alcanzable ya que muchas de nuestras decisiones del día a día se encuentran fuera de nuestro control directo y, incluso, de mi control indirecto.

Cuanto mayor sea nuestro interés por tener el control en situaciones complejas más alimentamos nuestro miedo a que pase lo que no queremos y ese esfuerzo que realizamos a veces termina convirtiéndose en sufrimiento.


Ojalá no hubiese resistencias ni límites que vencer ya que eso nos permitiría estar en un estado de fluidez que hace posible que nuestro potencial se convierta en rendimiento pleno, pero lo más probable es que en nuestra actividad diaria aparezca algun tipo de obstáculo, bien sea un "no sé suficiente", un "no me siento seguro", un "hay un límite de tiempo" o un "no dispongo de los recursos suficientes".

El esfuerzo es, por tanto, energía gastada para lograr algo superando los límites que te lo impiden y, en ocasiones, puede implicar cierto dolor.

El dolor es una respuesta a la presión que sentimos a nivel emocional o físico, con una duración reducida en el tiempo y asociada directamente a la situación que la provoca.

Por otro lado, sin embargo, tenemos el "sufrimiento" entendido como el sostenimiento del dolor a lo largo del tiempo, incluso mucho después que la causa que generó dolor haya desaparecido. Sostenemos el dolor porque hemos dejado que éste penetre en nuestra esencia y lo hemos anclado a ella provocando así la percepción de que nos hemos sacrificando.

El sacrificio es la renuncia de una parte de mi para alcanzar otra cosa; el sacrificio nos hace víctimas de la situación.



¿Qué importancia tiene que mi foco esté en el esfuerzo (dolor) o en el sacrificio (sufrimiento)?

Recordemos la situación que hemos descrito antes en la que nuestro amigo remarcaba que se había "sufrido mucho", es decir, que su foco está en todo lo que ha debido dejar de hacer, en aquello a lo que ha renunciado, en esa parte de si mismo que ha debido abandonar, en el dolor que ha sentido una y otra vez a lo largo del tiempo, en su sensación de que no llegaría al objetvo: se trata de una visión asociada al sufrimiento y a la pérdida en la qual se espera recibir una satisfacción que nos permita recuperar la alegría.






Si nuestro amigo, en cambio, hubiese hablado desde el esfuerzo se habría enfocado hacia su compromiso y su responsabilidad en los resultados: en este caso, no hay sufrimiento sino sólo serena ambición para lograr convertir su sueño en resultados.




¿Qué permite cada una de estas distinciones?

El sacrificio y el sufrimiento me permiten reclamar a los demás que me satisfagan, que me den lo que merezco a cambio de lo que dejé y abandoné: el sacrificio pone mi felicidad en manos de los otros.

El esfuerzo y el dolor me permiten reconocer en mi mismo que estoy haciendo lo que está en mi mano, que es mi elección y que estoy contribuyendo con mi compromiso en la generación de resultados: el esfuerzo pone mi felicidad en mis manos.

Y ahora... tú decides dónde vas a estar cuando actúes para alcanzar una meta: ¿en el sacrificio o en el esfuerzo?


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Añade por favor tus comentarios