martes, 15 de diciembre de 2020

¿Conoces los 6 beneficios que aportan los conflictos?

  

 

 

 

 

 

 

 

 

El mero hecho de pensar en la palabra "conflicto" hace que nos sintamos intranquilos, crispados, tristes, tensos... sea cual sea la emoción que nos genera esa palabra no suele tener nada que ver con la relajación, el sosiego o la alegría.

El conflicto siempre ha tenido muy mala fama... de hecho en la mitología griega se personificó en la diosa Eris (o Éride) y se la consideraba una personaje cruel que buscaba constantemente el conflicto; era hermana de Ares (el dios de la guerra) y entre sus hijos y hijas se contaban personajes tan "peculiares" como la Pena, el Olvido, el Hambre, el Dolor y el Juramento.

Su poder era devastador ya que generaba tensiones entre los humanos y los dioses llegando a provocar en una de sus intervenciones más famosas la terrible Guerra de Troya que muchos de nosotros conocemos por la versión fílmica de Wolfgang Petersen.

Pero... hablemos de conflictos más terrenales

El conflicto está presente hoy en día en todas partes y se origina con mucha facilidad: sólo hace falta que pongamos dos hinchas de dos equipos diferentes a observar un partido de fútbol y no tardarán mucho a empezar a discutirse.

- ¡Madre mía, qué patadón le ha dado!... ¡Es un asesino!

- ¿Qué dices?... ¡si no le ha tocado!

- ¿Que no le ha tocado?... ¡le ha ido a la yugular!

- No te enteras de nada... La gente como vosotros dais pena...

- ¿Que yo doy pena...?

 ... Y a continuación llega el puñetazo.

El conflicto a menudo pone al descubierto la peor versión de todos nosotros -o, al menos, de la mayor parte de la población mundial- ya que surge cuando se producen 2 circunstancias:

  1. sentimos que ciertos elementos que para nosotros son importantes -como los objetos, las ideas, los valores o nuestra identidad- están en peligro
  2. nuestra percepción de la realidad choca de alguna manera con la de los demás

No hace falta que esos elementos estén realmente en peligro... sólo hace falta que "percibamos que están en peligro" y este es el motivo por el que la inteligencia emocional juega un papel primordial: las personas con un bajo nivel de inteligencia emocional, en especial una baja autoconciencia emocional y una baja autoregulación emocional, tienden a tener percepciones de la realidad más sesgadas que los que presentan niveles altos; lo cual les aboca al secuestro emocional y al desfogue físico o verbal incontrolados.

Obviamente, la culpa es de las emociones...


Ésta es sin duda la conclusión a la que llegamos sin reflexionar demasiado; a continuación resulta fácil concluir que, si las emociones surgen cuando sentimos que algo nos amenaza, deberíamos eliminar las emociones y de esta forma eliminaríamos el conflicto.

En 2002 se estrenó una película que precisamente proponía esta tesis: Equilibrium, dirigida por Kurt Wimmer y protagonizada por Christian Bale. No quiero hacer ni una crítica de la película ni un spoiler pero sí debo comentar que la película no se sostiene a partir de los 30 minutos ya que, inevitablemente, los personajes acaban sintiendo emociones porque, de lo contrario, no pasaría nada interesante en la película.

La verdad es que las emociones no son culpables de los conflictos -de hecho las emociones no son culpables de nada de nada- y no deben ser eliminadas: las emociones son las reacciones que los individuos experimentan a los cambios del entorno, algo que es inevitable. 

Las emociones, además, son necesarias para tomar decisiones ante esos cambios: cada una de ellas nos abre ciertas posibilidades de acción como por ejemplo pedir ayuda ante un reto superior a nuestras capaciades, activarnos para el ataque o la defensa, promover el recogimiento ante la pérdida o generar comunidad compartiendo alegría.

Las referencias sobre la importancia de las emociones para vivir en sociedad son múltiples y, para no extenderme, sólo citaré la historia de Phineas Cage y las dificultades que experimentó para mantener relaciones sociales equilibradas tras sufrir un terrible accidente que afectó las áreas del cerebro encargadas de gestionar las emociones.

Las emociones son imprescindibles... y no son el problema

Efectivamente las emociones son imprescindibles y los conflictos son inherentes al ser humano: de hecho, son inherentes a la existencia y a la vida ya que surgen de la relación entre los seres -humanos o no- y su entorno.

No hay ningún motivo para asociar el conflicto por sí mismo con el mal y el dolor; en el mundo de la empresa, por ejemplo, Patrick Lencioni menciona en su famoso libro "The Five Dysfunctions of a Team" la necesidad de generar "conflicto creativo" como mecanismo para superar la segunda disfunción de los equipos, "el miedo al conflicto".

Más allá del ámbito organizativo, varios escritores y filósofos han reflexionado sobre la naturaleza, riesgos y conveniencia del conflicto y no pocos hacen referencia al mismo de una forma parecida. Valga como ejemplo la famosa cita del escritor chino Lin Yutang:

Vivimos en un mundo diverso con personas diversas que tienen visiones diferentes sobre el mismo mundo y, con el ritmo creciente de población mundial, estas diferencias cada vez serán más y más grandes. Por este motivo el esfuerzo no debe centrarse en evitar el conflicto sino en mirarlo de frente y gestionarlo adecuadamente.   

En conclusión: el conflicto no es malo... lo que es malo es la mala gestión del conflicto. 

¿Qué beneficios puede aportar el conflicto cuando se gestiona adecuadamente?

Si somos capaces de observar al otro no como un "enemigo" sino como "el otro", si estamos dispuestos a negociar para encontrar soluciones que beneficien a ambas partes y si nos proponemos aceptar que otras visiones pueden ser legítimas, estaremos algo más cerca de la gestión efectiva del conflicto y de obtener beneficios asociados a nivel individual, colectivo y orgaizativo.

A continuación os presento los 6 beneficios principales del conflicto bien gestionado:

  1. Un conflicto fomenta la consideración de nuevas ideas y enfoques y conduce a la gestión efectiva de la innovación y del cambio
  2. Un conflicto evidencia la existencia de un problema que debe ser resuelto: sin conflicto no percibiríamos los problemas con los que están asociados y nos mantendríamos en la zona de confort, estáticos, dejando que las cosas pasaran
  3. Un conflicto libera energía individual o grupal que es imprescindible para generar soluciones creativas a los problemas a los que nos enfrentamos
  4. Un conflicto permite el contraste de visiones ante un problema o un hecho y, por tanto, la elección o el diseño de una solución que tiene en cuenta más puntos de vista, de más calidad y de mayor impacto
  5. Un conflicto permite que nos entrenemos en la regulación de nuestras propias emociones y en la identificación de las emociones de los demás; de esta manera perfeccionamos nuestras habilidades sociales y generamos grupos más cohesionados
  6. Un conflicto estimula la curiosidad, el interés y la búsqueda de información ya que nos obligan a considerar otros puntos de vista y preguntarnos sobre los motivos de los comportamientos de otras personas
Ver "el lado bueno" de los conflictos no es fácil; de hecho, requiere mucho coraje y esfuerzo, y una buena dosis de humanidad, algo que se da por hecho pero que a menudo brilla por su ausencia.

Conclusión

  • Vivir evitando conflictos es como vivir con los ojos vendados en una isla situada sobre una zona sísmica: sólo es cuestión de tiempo que llegue el gran terremoto y, cuando lo haga, sólo quedarán ruinas y escombros
  • Mirar el conflicto de frente, comprender su naturaleza, aceptar su existencia y, además, valorar los beneficios que nos puede afrontar cuando lo gestionamos adecuadamente, significa haberse quitado la venda en la isla que mencionábamos y prepararnos para algo inevitable y, muy a menudo, necesario para generar nuevas alternativas. 
  • La mentalidad con la que nos acercamos al conflicto y nuestras habilidades para la gestión de las emociones propias y de otras personas son piezas fundamentales para mirar el conflicto como una oportunidad y no como una amenaza.
Si quieres saber más sobre cómo gestionar conflictos de forma positiva en tu entorno profesional o personal escribe un mail a avalero@successmind.es y te cuento cómo conseguirlo.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Guía para knowmads en un nuevo entorno empresarial


 
John Moravec, investigador sobre el futuro del trabajo y la educación, creó en 2011 el concepto knowmad para referirse a un nuevo perfil profesional cuyo valor añadido es el conocimiento y que es capaz de responder a los retos de la nueva economía y sociedad de la información.
 
La tecnología está cada vez más presente en nuestro día a día y algunas tareas parecen imposibles sin la ayuda de herramientas digitales; sin embargo el factor diferencial no es la tecnología que se aplica sino la persona que la utiliza y cuál es su mindset al hacerlo.
 

Eres knowmad si tienes la actitud

Ser knowmad no depende de la edad, de tu fecha de nacimiento o de tu nivel de estudios: ser knowmad es una actitud vital, es una forma de ver la vida y de relacionarte con la información y la productividad.
 
Un nuevo entorno -en estos momentos debido al COVID pero que, sin duda, en el futuro estará provocado por otros agentes- requiere un nuevo tipo de trabajador y empresario y es conveniente preguntarnos qué características debe tener. En mi opinión, la respuesta se encuentra en el perfil de una persona knowmad, un neologismo que combina las palabras know (saber, conocer) y nomad (nómada).
 
Las personas knowmads saben trabajar en entornos líquidos, son creativas, resuelven nuevos problemas, utilizan las redes para encontrar respuestas a sus retos y para crear lazos de cooperación, son adaptables y flexibles... ¿quién no querría tener un knowmad en su vida?
 
En la siguiente infografía encontrarás las 15 características que debe tener una persona knowmad y así podrás hacer un checking inicial para saber si respondes a este perfil.
 

¿Están preparadas las empresas para los knowmads?

 
No todas, por desgracia; muchas empresas siguen actuando desde modelos de gestión del siglo XX o incluso del XIX basados en la presencialidad, el control y la supervisión, el poder y el foco exclusivo en el resultados económico. Este tipo de empresas se orientan exclusivamente a la generación de riqueza económica y olvidan que las empresas son personas que trabajan de forma coordinada en entornos cambiantes en los que la capacidad de adaptación es fundamental.
 
En nuestro reciente libro "Total Value Management" defendemos la necesidad de crear "empresas totales" que sean capaces de crear valor económico (resultados) y valor relacional (climas organizativos positivos) y que tengan una alta capacidad de adaptación. Me encantaría contarte más de este modelo creado por la Red de Consultores Totales de la que formo parte pero eso nos desviaría del asunto de este post así que te invito a consultarlo aquí.

Me gustaría destacar que las empresas que quieran contar con knowmads en sus equipos deben hacer un esfuerzo por ser más flexibles en mentalidad y en su forma de trabajar, por estar más orientadas al cliente y deben invertir en comunicación interna para que la información fluya y pueda ser utilizada por quién la necesidad.
 
Las empresas que apuestan por los knowmads fomentan el liderazgo participativo porque entienden que el trabajo en equipo aporta mayores resultados, integra la diversidad y permite que nos adaptemos más rápidamente y mejor a un entorno cambiante.
 

¿Quieres ser una empresa atrayente para las personas "knowmads"?

 
En SUCCESS MIND estamos preparados para ayudarte en este cambio y lo hacemos con 3 herramientas fundamentales: 
  • el programa CLICK para despertarnos a una nueva realidad organizativa
  • el programa JUMP para implantar los cambios que nos lleven a esta nueva realidad organizativa
  • el programa REINFORCE para consolidar los cambios en tu organización

 

 Si quieres saber más escribe un mail a avalero@successmind.es y te cuento cómo hacerlo


lunes, 8 de junio de 2020

No es lo mismo. ¿Complejo, difícil o complicado?

 


El "lindo gatito" de la imagen no se lo ha planteado nunca pero probablemente tú te hayas hecho la pregunta que te propongo a continuación; es una pregunta que les planteo a las personas que participan en mis sesiones sobre comunicación y liderazgo y me gustaría saber cómo la contestas.

Aquí va la pregunta:

 ¿comunicar con otras personas, resolver conflictos o dar feedback a tu manager es complejo, difícil o complicado?

Quizás pienses que las 3 respuestas son correctas; quizás hayas escogido sólo una de ellas, o tal vez estés dudando... Sea como sea permíteme que te haga otra pregunta:  

¿sabes qué diferencias hay entre cada una de esas palabras?

Entender el significado de las palabras es fundamental en una conversación de coaching ya que es a través de las palabras que damos significado a las cosas que nos rodean y a la forma en la que las interpretamos... así que vamos a intentar aclarar su significado.

¿Qué es "complejo"?

Decimos que algo es complejo cuando está compuesto por varias partes o elementos interrelacionados; etimológicamente proviene del latín "complectus" y significa "dos o más elementos trenzados o enlazados entre sí".

Veamos un ejemplo; si imaginamos un cocinero o una cocinera preparándose para cocinar una paella nos daremos cuenta que para realizar esa tarea necesita un cuchillo corto para pelar las hortalizas del sofrito, uno largo para cortarlas en juliana, un rallador, así como medidores para el caldo o el arroz, o especias diversas entre otros objetos. No sólo se trata de la cantidad de objetos sino, además, del proceso a seguir ya que cada paso realizado tiene efectos en el resultado y un error en el orden de ejecución podría provocar un pequeño desastre. En cambio, abrir una bolsa de patatas fritas es mucho menos complejo... ¿estás de acuerdo?

Sucede lo mismo cuando nuestr@s managers nos encomiendan organizar un congreso para 100 personas: deberemos encontrar y alquilar un local, enviar las invitaciones, contactar con los ponentes, diseñar el catering y preparar una campaña de comunicación.

Lo contrario de una cosa compleja es una cosa simple.


¿Qué es "difícil"?

Decimos que algo es difícil porque debemos invertir mucho esfuerzo para aprenderlo o realizarlo: el esfuerzo será grande cuando no disponemos previamente de los recursos necesarios para acometer con éxito la tarea encomendada; proviene del latín "difficilis" y significa "algo que no se puede hacer".

Veamos un ejemplo; si imaginamos una niña o un niño de 4 años que debe resolver una ecuación de segundo grado por primera vez nos daremos cuenta que la tarea le resultará difícil ya que carece de ciertos conceptos matemáticos imprescindibles para resolverla y además no tiene experiencia resolviéndola. El desgaste es mayúsculo ya que el reto está por encima de sus posibilidades.

Sucede lo mismo cuando nos encomiendan realizar una presentación pública sobre un tema que desconocemos suficientemente, cuando no tenemos el tiempo necesario para llevarla a cabo o cuando nos autovaloramos como unos ponentes de muy baja calidad.

Lo contrario de una cosa difícil es una cosa fácil.

¿Qué es "complicado"?

Decimos que algo es complicado porque es complejo y difícil a la vez, es decir, porque está integrado por tareas, procesos y elementos diferentes y, además, no disponemos de los recursos necesarios para gestionarlo o bien nos implica un alto desgaste si lo llevamos a cabo
; proviene del latín "complicatus" y significa "algo que tiene muchos pliegues o dobleces".

Veamos un ejemplo; si debemos cocinar la paella que hemos mencionado anteriormente y no conocemos cómo se hace, no tenemos ninguna receta, para seguir, no conocemos cómo cada paso afecta al resultado, no disponemos de las herramientas o productos necesarios y además nos hemos levantado de muy mal humor y solemos perder los nervios en situaciones que no controlamos... lo más probable es que digamos que "hacer una paella es complicado".

Sucede lo mismo cuando debemos realizar una tarea integrada por múltiples subtareas, en un entorno de alta presión, con muy poco tiempo para realizarlo y además sin experiencia previa: cuánta más complejidad y más dificultad más sufrimiento, desgaste y riesgo de no alcanzar los resultados previstos.

¿Recuerdas la pregunta que te plantée al principio? Muchos coachees suelen decir que comunicar con otras personas es complicado, que resolver conflictos es complicado o que darle feedback a su manager es complicado... y probablemente tienen razón ya que son procesos complejos (con muchos elementos entrelazados) y difíciles (por encima de nuestras capacidades o con una alta demanda de recursos).

Lo contrario de una cosa complicada es una cosa sencilla

 

¿Quieres mejorar tu capacidad de gestionar lo complejo, lo difícil o lo complicado?
 
En  SUCCESS MIND nos enfrentamos a menudo con estos 3 tipos de retos y ayudamos a las empresas y a los profesionales de 3 maneras:

  1. Identificando los elementos que componen una situación o reto complejo y identificando cómo se relacionan entre sí dichos elementos
  2. Proporcionando conocimientos para superar la dificultad inherente al reto y experimentando con los recursos imprescindibles para ganar destreza y mayor seguridad
  3. Ofreciendo nuevas perspectivas para observar los retos, para reconocer que estamos preparados para superarlos y para acercanos a ellos con mayor seguridad y confianza en nosotros mismos
Si quieres saber más sobre el contenido de este post escribe un mail a avalero@successmind.es y te cuento cómo resolver retos complejos, retos difíciles y -incluso- los retos complicados que se te presenten.

lunes, 18 de mayo de 2020

El dolor es inevitable; el sufrimiento es opcional






Siddhārtha Gautama era el nombre auténtico de Buda, el yogui, asceta y filósofo que desarrolló durante el siglo VI antes de Cristo las bases de lo que hoy llamamos budismo; su modelo de vida se fundamenta en la aceptación del sufrimiento y se difundió inicialmente en el noroeste del subcontinente indio.

“El dolor es inevitable; el sufrimiento es opcional”

Esta famosa frase de Buda resume gran parte de su filosofía y se construye sobre la idea que podemos escoger si queremos vivir en el sufrimiento... algo que para algunas personas resulta casi una provocación.

Porque lo cierto es que en el Planeta Tierra hay muchas mujeres, hombres y niños que sufren y -si les preguntáramos- la mayor parte de ellos (por no decir todos) nos dirían que no desean tener esta experiencia. La clave no está en si nos gusta a no sufrir... la clave está en cómo observo el sufrimiento cuando estoy en él.

Sufrir significa "llevar una carga"

La palabra "sufrir" proviene del verbo “sufferre” y, a su vez, “ferre” quiere decir algo así como "llevar o soportar una carga".

Por mi trabajo entro en contacto con muchas personas cada semana y en mis sesiones de formación o de coaching a veces se acercan algun@s de l@s participantes y me comentan que les encantaría ser como yo; me dicen: "irradias tanta alegría y paz, eres tan optimista... parece que no tengas problemas". A veces pienso que para alguna personas soy una taza de Mr. Wonderful... y eso me ataca los nervios :-)





Al principio intentaba explicarles que se equivocaban, que mi vida no había sido fácil... bueno lo cierto es que no conozco a nadie que diga que su vida haya sido fácil... pero la mía tampoco lo ha sido... ya me entendéis...

Les contaba que perdí a mis padres siendo muy joven, que de adolescente tartamudeaba y que era tremendamente tímido e inseguro, y que varias experiencias de mi vida -que no hace falta contar- aquí habían estado cargadas de dolor.

Pero contarlo no servía para nada... al fin y al cabo ell@s habían tomado la decisión que yo era feliz porque en el rato que estábamos juntos demostraba felicidad. Y eso me hizo pensar sobre qué hacía que esa paradoja fuera posible y un día, mientras me formaba como coach, lo descubrí: "había decidido sufrir lo imprescindible".

¿"Dolor" y "Sufrimiento" es lo mismo?

Esas experiencias que viví en mi juventud me generaron dolor... perder a tus padres mientras aún estudias en la Universidad es -como podéis imaginar- algo muy doloroso pero ante ese dolor puedes optar por instalarte en él o puedes transitar por él. Y yo opté por esa segunda opción.

Esa misma actitud vital la trasladé a situaciones menos dramáticas: problemas en el trabajo, problemas en mi entorno de amigos, cambios que afectaban mi día a día y que podía gestionar de dos manera: instalándome en el dolor que provocaban o transitando por el dolor.

Entre mis amig@s me resulta fácil identificar a un pequeño grupo que prefieren la primera opción... y lo cierto es que le deben encontrar algo interesante porque, por mucho que lo hablemos, se han quedado allí durante los últimos años: son personas que no se responsabilizan de lo que les pasa, que prefieren el papel de víctimas y que se muestran resentidas con la vida y con los demás. Suelen preguntarse "¿Por qué me ha tenido que pasar esto a mí?" y afirman sin rubor que han tenido mala suerte y que no es justo lo que les pasa. 

"Dolor" y "Sufrimiento" no es lo mismo


Definamos primero el dolor:
  • el dolor es genuino, natural, legítimo y necesario para vivir y seguir aprendiendo
  • el dolor está ligado a la vida y nos puede llegar en cualquier momento... al enamorarnos (y al experimentar el desamor propio y del otro), al tener hijos (o al no tenerlos), al elegir una forma de vivir determinada (o al perderla), al hacer amistades (o al discutirnos con ellas), etc.: en todas estas ocasiones somos candidatos a experimentar dolor
  • el dolor se relaciona con la pérdida de lo que tenemos, con un duelo, y puede ser una sensación de corta duración
  • la intensidad del dolor es proporcional a la pérdida: a mayor pérdida mayor dolor, y suele estar acompañada de emociones como la tristeza o la rabia que nos impulsan, respectivamente, al recogimiento o a la destrucción
  • el dolor es una experiencia




Veamos ahora qué es el sufrimiento:
  • el sufrimiento es mental y prescindible y puede llegar a limitarnos en la toma de decisiones y en nuestra interacción con los demás condicionando nuestra forma de sentir y comunicar 
  • el sufrimiento es una elección y se fundamenta no en aquello que nos sucede sino en la forma en la que vivimos lo que nos sucede; por eso las personas resilientes se recuperan antes de las desgracias que experimentan: sufren el mismo dolor que los demás cuando pierden un hijo o una hija pero aceptan el dolor y reducen el tiempo en el que experimentan el sufrimiento asociado a su vivencia
  • el sufrimiento puede tener una duración breve pero también se puede alargar en el tiempo: es como la humedad que, cuando se mete dentro, ya no te la sacas por mucha ropa que te pongas
  • su intensidad no depende de lo que ha pasado... depende de mi forma de interpretar lo que me ha pasado
  • el sufrimiento se rodea de emociones como las que hemos comentado pero también de pensamientos, a menudo cíclicos, autoinculpadores y victimistas que minan nuestra autoestima y, en general, nuestro autoconcepto
  • el sufrimiento es una forma de relacionarte con el mundo que te rodea
      

Si sufrir es una elección... ¿por qué algunas personas viven sufriendo?

Sin duda debe haber algun motivo, algo que -tras la primera lectura- permita explicar por qué ellos se instalan allí y por qué a mí no me parece una opción interesante... y creo que las respuestas se encuentran en algunos de los siguientes puntos conectados con nuestro ego:
  • Al sufrir se abre la opción de la queja y de decir, por ejemplo, "¿Por qué a mí?"
  • Al sufrir niego el dolor y me creo más poderoso
  • Al sufrir no me responsabilizo de resolver mi dolor
  • Al sufrir creo la posibilidad de esperar que aparezca una persona que sea mi “salvador” y que me saque de mi sufrimiento
  • Al sufrir puedo adoptar al papel de víctima y manipular a mi entorno a mi antojo
  • Al sufrir puedo atraer al “público” para llamar la atención y sentirme querido
  • Al sufrir me permito quedarme donde estoy y tal como estoy (que es mal, por supuesto) pero que desde mi punto de vista es mejor que un futuro incierto
Estos podrían ser algunos de los “beneficios” que obtenemos de sufrir: algunas personas se quedan en el víctimismo y en el resentimiento en lugar de responsabilizarse de lo que les está pasando. Es una posición vital que puede llegar a ser manipuladora ya que con ella tratamos de obtener algún provecho sin preocuparnos el daño que podamos hacer a los que nos rodean e incluso, en ocasiones, nos hace pensar erróneamente que nos tenemos derechos o privilegios especiales porque "a sufridores no nos gana nadie". 

"Sufrir es una elección"

Al menos lo es para mi: yo he decidido sufrir lo imprescindible.

Y para ser sincero no sé muy cuánto es "lo imprescindible"... pero que sé que es menos que el sufrimiento de Tántalo, ese personaje mitológico que no podía beber del agua que le rodeaba ni comer de las frutas que colgaban sobre su cabeza.

No querría que pensaras que rehuyo el sufrimiento; de hecho no creo que sea bueno rechazarlo porque en ese caso estaría ocultando algo que, de hecho, puede ayudarme a construir una personalidad más resiliente, algo que en un entorno VUCA puede ser altamente provechoso.

Te puedo asegurar que lo que pasa a mi alrededor me genera dolor en muchas ocasiones y, ante esas situaciones, acepto que el dolor que experimento es inevitable; sin embargo, el sufrimiento que yo me genero al percibir ese dolor es mi elección y -en la medida de lo posible- he decidido estar en él el tiempo imprescindible para aprender de lo que está sucediendo y tomar mejores decisiones.


Una propuesta

Si quieres compañarme en este viaje de responsabilidad y descubrimiento envía un mail a avalero@successmind.es y te cuento cómo hacerlo




Para saber más:

  • Biografía de Buda   
  • "What Is Suffering?", post de Sam Littlefair que recoge diferentes artículos relacionados con la relación que mantenemos con los cambios y los diferentes niveles del sufrimiento y sus consecuencias (https://www.lionsroar.com, 2020.04.30) 
  • Para comprender mejor las diferencias entre dolor y sufrimiento te invito a visitar el siguiente video de Borja Vilaseca
  • Y si quieres alegrarte el día te invito a escuchar  Salomé con su "Vivo Cantando" de 1969... una declaración vital como pocas